Confianza en Dios en Medio de la Adversidad

Justo eres tú, oh Jehová, para que yo dispute contigo; sin embargo, alegaré mi causa ante ti. ¿Por qué es prosperado el camino de los impíos, y tienen bien todos los que se portan deslealmente? 2 Los plantaste, y echaron raíces; crecieron y dieron fruto; cercano estás tú en sus bocas, pero lejos de sus corazones.
— Jeremías 12:1-2 Reina-Valera 1960

En la vida, enfrentamos dificultades que a veces no comprendemos, especialmente cuando confiamos en Dios y las cosas no salen como esperábamos. En el Antiguo Testamento, muchos hombres y mujeres fieles a Dios sufrieron grandes pérdidas: hijos, pertenencias, incluso su libertad. Estos desafíos nos recuerdan que seguir la voluntad de Dios no siempre significa evitar el dolor o la traición.

Confiar en Dios no es una garantía de éxito inmediato o de una vida sin problemas. La vida está llena de obstáculos, y el hecho de avanzar en la fe no implica que el camino sea fácil o que todo salga perfecto. A menudo, experimentamos frustraciones y decepciones que nos llevan a preguntarnos: “¿Por qué, Dios?”. Este sentimiento es humano y común cuando seguimos los planes divinos pero encontramos dificultades inesperadas. Como en el caso de Abraham, a quien Dios llamó a salir de su tierra, pero en su camino se enfrentó a hambrunas y miedos.

A veces, incluso cuando nos portamos bien y seguimos las instrucciones divinas, las cosas no salen como esperamos. Jeremías, en su momento, también se encontró preguntando a Dios por qué otros prosperaban mientras él no. En Jeremías 12:1-2, el profeta discute con Dios, cuestionando la prosperidad de los impíos. Este pasaje refleja la lucha interna que muchos sienten cuando ven a otros prosperar mientras ellos enfrentan dificultades, a pesar de su fidelidad.

Además, debemos recordar que no siempre preguntamos a Dios si lo que creemos que es una bendición realmente lo es. A menudo, cuando recibimos algo favorable, lo tomamos como una señal de bendición sin preguntarnos si proviene de Dios o si tiene un propósito más profundo. Este llamado a la reflexión es crucial, ya que no todo lo que parece bueno es necesariamente la voluntad de Dios. Incluso en la historia de Jonás, Dios permitió una tormenta para enseñarle una lección, mostrándonos que a veces las dificultades son herramientas divinas para nuestro crecimiento.

La vida como creyente implica enfrentar momentos difíciles, momentos en los que las cosas no salen como planeamos. Pero, en medio de todo, la clave está en glorificar a Dios, reconociendo que su voluntad es soberana, aunque no siempre la entendamos de inmediato. Jeremías también llegó a un punto en que, a pesar de su cercanía con Dios desde joven, no comprendía todo lo que sucedía a su alrededor. Se atrevió a discutir con Dios, reconociendo sus dudas y cuestionamientos.

Finalmente, el mensaje es claro: Dios siempre está hablando, pero a veces estamos demasiado ocupados, afligidos o distraídos para escuchar su voz. No se trata de caminar como “zombies” en nuestra fe, simplemente repitiendo frases o siguiendo rituales. Se trata de una relación viva y activa con Dios, donde buscamos comprender su voluntad, incluso en los momentos difíciles.

En resumen, la enseñanza de este mensaje es que en medio de las pruebas y los cuestionamientos, es importante buscar a Dios con sinceridad y preguntar por qué nos suceden las cosas. No todo lo que parece una bendición lo es, y las dificultades pueden ser parte del proceso de crecimiento espiritual. Como Jeremías, podemos dialogar con Dios, presentarle nuestras inquietudes y, sobre todo, confiar en su plan soberano, aunque a veces no lo entendamos del todo.

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